“Ya no padezco Nostalgia”
El escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya, autoexiliado en México, ha venido al país para presentar la reedición de su primera novela, “La diáspora”.
Foto de La Prensa Gráfica.
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Son las 5:00 p.m. y encontramos a Horacio Castellanos Moya, escritor y periodista salvadoreño, sentado en la sala de la casa de un amigo suyo. Moya vive fuera del país desde 1997 y ha venido para presentar la reedición de su primera novela, “La diáspora” (Premio Nacional UCA Editores 1988).
A simple vista, parece muy serio; además, es muy cuidadoso con sus respuestas, y conversa entre risas y seriedad.
Castellanos Moya nació en Tegucigalpa, Honduras, en 1957; su madre es hondureña, y su padre, salvadoreño. A los tres años se vino a vivir a El Salvador y en 1979, con su título de licenciatura en Letras, partió hacia Canadá. Doce años después, regresó.
Entre sus libros se encuentran las novelas “Baile con serpientes” (1996) y “La diabla en el espejo” (2000), ésta última, al igual que “El arma en el hombre” (2001), será publicada en alemán y francés este año.
Actualmente ha terminado su última novela, “Donde no estén ustedes” (aunque tenía un nombre provisional: “Tirana es la memoria”), que saldrá a la venta en México a mediados de febrero, por medio de Tusquets-Editores; y cinco meses después, en España.
También piensa traerla a El Salvador, aunque dijo no poder especificar fecha.
Según ha dicho en entrevistas anteriores, su nueva novela trata sobre un personaje salvadoreño, un diplomático decadente y alcoholizado, ¿verdad?
Sí, es la historia de un hundimiento vital, también lleva el retrato de esa vida y cómo la investiga otro personaje, son dos personajes principales.
¿Sigue siendo editor en jefe de la revista “Milenio Semanal”?
No. Ahorita estoy haciendo artículos, más como “freelance”.
¿En qué parte de México vive?
En la ciudad de México.
¿Y le gusta?
Mmm... Es grande.
¿Piensa volver a vivir en El Salvador?
Pues cuando tenga algo que hacer, sí, porque sin trabajo es un poco difícil, pues aquí el mercado de trabajo es más reducido.
¿En verdad cree que aquí pueden matar a alguien hasta “por una cajetilla de cigarrillos”, como lo dijo en una entrevista anterior con LA PRENSA GRÁFICA?
No, ahora en toda Latinoamérica es así, ya no es una particularidad, hace unos años todavía era una particularidad de ciertos países.
Hay salvadoreños que, al estar en el exterior, recuerdan los lugares que más les gustan de su nación, ¿hay lugares que le gusten y que recuerde?
Conozco en la ciudad bares que me gustan, y fuera de la misma algunas playas, aunque ha cambiado mucho, hay mucha delincuencia en las playas, pero digamos que yo ya no padezco nostalgia de nada, de ningún lugar.
En un artículo de Juan José Dalton, publicado en LA PRENSA GRÁFICA hace año y medio (17/06/01), el autor dice: “Castellanos Moya escribe sus obras como si le estuviera echando sal a una herida en ‘carne viva’ ”. ¿Qué le parece ese comentario?
Hombre, pues un poco duro, ¿no?, pero está bien, puede ser un halago, porque la literatura es más fuerte en la medida en que corroe, que rompe, que golpea, a través de historias, de relatos, y que descubre nuevas cosas que siempre están detrás de la realidad aparente, aunque yo no escribo con esa voluntad tampoco.
Castellanos Moya es autor, igualmente, de un ensayo y de varios relatos; sin embargo, al hablar de él, es difícil obviar su novela más polémica, “El asco” (1997), donde el personaje principal es un salvadoreño que ha vivido en el extranjero y al volver a su país —en contra de su propia voluntad—, comienza a criticar aspectos de la cultura nacional. Entre sus opiniones rechaza las pupusas y las cervezas, que califica de “diarreicas”. Debido a los comentarios hechos en su libro le llegaron, según él, amenazas, por lo cual tuvo que autoexiliarse desde ese mismo año.
Hablemos de “El asco, ¿qué tipo de salvadoreño cree que no soporta leerla?
No sé, no tengo la tipología, pero creo que mientras la gente es más leída, más amplia, con mayores puntos de referencia, lee esa novela literariamente, con curiosidad literaria, pero en la medida en que la gente es más limitada y tiene menos acceso al mundo, a la literatura, a las distintas culturas y tiene una visión muy pequeña, pues, evidentemente, esa novela la afecta, aunque es una obra de ficción, que critica y todo, pero que tiene una voluntad literaria, no una voluntad de verdad, lo que se dice ahí no necesariamente es verdad ni está planteado como tal.
¿Usted se identificaría con el personaje principal?
No, el personaje es una creación literaria, no necesariamente existe, muchos personajes son arquetípicos, uno encuentra componentes de temperamento de un tipo, de pensamiento y de ideología del otro, componentes físicos y de gestualidad y con todo eso los mete en la licuadora, les pone “on” y sale un personaje muy raro que dice cosas por naturaleza y que incluso no se comporta como uno creía al principio que se iba a comportar; los personajes tienen, por supuesto, algo del autor en cuanto a que éste los ha ido haciendo así, pero no necesariamente reflejan lo que el autor piensa, a veces reflejan lo contrario.
Aun así, recibió amenazas por ese libro...
Sí.
¿Y se puede decir que esa fue la razón para autoexiliarse?
En parte sí, era un momento difícil, y en los momentos difíciles es mejor optar por lo seguro que por las dudas, es mejor creer que no creer.
Por eso mismo no optaría por regresar al país...
No, eso es pasado, seis años es mucho en nuestro país.
¿Le gusta más la literatura que el periodismo?
Depende, es como cuando tenés dos mujeres, que cuál te gusta más, ¿eh?, cada una tiene su gracia, no puedes decir “bueno, con esta ya no me acuesto”, cuando no te gusta y no te acuestas con ella, se va.
De sus libros, ¿cuál es el favorito?
Los libros son como los hijos, no podés andar dicendo que querés más a uno que otro, (porque) se molestan.
Pero dicen que entre los hijos siempre hay uno que es el consentido...
Sí, pero no lo andás diciendo, ja, ja, ja.
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Pulso
Honduras: Honduras
Miguel Ángel Asturias: maestro.
México: solidaridad.
El Salvador: ...la génesis, digamos.
La Luna, Casa y Arte: recuerdos gratos.
¿De día o de noche? ambos (se ríe).
Isabel Allende: nada.
Carlos Fuentes: unas novelas queridas.
Franz Kafka: (lo piensa 11 segundos) ¡un enooorme talento a costa de una vida muy ingrata!
Sergio Ramírez: respeto y amistad.
Mario Vargas Llosa: quizá, quizá el Voltaire en lengua castellana.
“La diáspora”: mi primera novela.
“El asco”: un librito bullicioso.
Horacio Castellanos Moya: yo, que son muchos.
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¿Piedra, papel o tijera?
¿Jean Paul Sartre o Albert Camus? Camus.
¿Thalía o Nicole Kidman? ¿bañadas o sin bañar?
Bañadas. Nicole Kidman.
¿El Papa o Hugo Chávez? ninguno.
¿Pelé o Maradona? ésa es difícil... Pelé.
¿Tacos o pupusas? las dos son grasosas, ¿no?
Pero, ¿tacos o pupusas? tacos.
¿El Salvador o México? “híjole”, Guatemala, ja, ja, ja (esas preguntas) son muy tramposas.
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*Publicado en La Prensa Gráfica, 22 de enero de 2003: http://archive.laprensa.com.sv//20030122//cultura/cul1.asp
sábado, 26 de julio de 2008
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