jueves, 28 de agosto de 2008

Espíritu olímpico guanaco


Si Michael Phelps fuera salvadoreño...

Cuando el estadounidense Michael Phelps empezó a aparecer en todas las cadenas televisivas de E.U.A.y en los medios deportivos de todo el planeta por haber ganado 8 medallas de oro (siete de las cuales, con récords mundiales), en los pasados XIX Juegos Olímpicos de Beijin (Pekín) 2008, pensé que, por lo cachimbón, era un salvadoreño y comencé a soñarlo como tal, porque, parafraseando cosas ya dichas en otros contextos, quise imaginarme que un salvadoreño "nace donde le da la gana", y que su nombre guanaco sería Misael Felipe.

Y, entonces, se hizo la alegría en El Salvador. Ganar lo que ningún otro nadador ha ganado en unos juegos olímpicos y, además, obtener más medallas de oro que todos los países juntos que obtuvieron un lugar desde el puesto número 46 hasta el 81 (más los que no aparecen en la lista por, simplemente, no haber ganado nada). Es decir, con 8 medallas de oro, los dirigentes del deporte salvadoreño ya tendrían para no preocuparse por llegar a ganar oro en las siguientes 8 ediciones, esto es, en los próximos 32 años de competiciones olímpicas.

Sí, me lo imagino, el país más pequeño de Centroamérica estallaría de felicidad solo de saber que un nadador —y si se nos permite remitirnos al nacionalismo—, que una sola persona "puso en alto" el nombre de la nación e hizo que el Himno Nacional de El Salvador se escuchara 8 veces en una competencia olímpica mundial, y que además haya conseguido más medallas de oro que las que obtuvieron países como Francia, Holanda, Jamaica y España, y que, incluso, en la tabla medallera, habríamos quedado muy por encima de Brasil, México, Suiza, Argentina, Portugal y Suecia, entre otros.

Y así, los centros estudiantiles dejarían de llamarse "Escuela Urbana Mixta Unificada (o Centro Escolar Rural) Francisco Gavidia" para cambiarles las últimas dos palabras y nombrarse "Michael Phelps". Y muchas de las arterias principales en distintas zonas del país también cambiarían de nombre, pero, sobre todo, esa calle capitalina que empieza cerca de la Avenida Independencia, y que pasa por el parque Centenario, la alcaldía de San salvador, el parque Infantil, la Tutunichapa, Metrosur y el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), hasta terminar en la colonia Escalón: la Alameda Juan Pablo II. Es decir, una de las calzadas mas transitadas por pobres y ricos y por todo tipo de personas, y que, por tanto, lograría dar más fama al supercampeón olímpico de 23 años.

Además, el renombre de dicha arteria tendría que llevar información "imprescindible" para que ningún salvadoreño y ninguna salvadoreña pierda la memoria histórica —ni el chovinismo—, y para que dicho éxito de Phelps sea insoslayable. De esta forma, la calle pasaría a llamarse "Alameda Michael Phelps, orgullo salvadoreño, ganador de 8 medallas de oro en natación durante los XIX Juegos Olímpicos de Beijin (Pekín), China Comunista, realizados en agosto de 2008".

De igual forma, es interesante pensar que tanto éxito en una sola persona sería doble o triple motivo para que cualquier cumbia salvadoreña o cualquier rock pachanguero hable de la vida de este deportista, para que una institución bancaria lo contrate para comerciales de tarjetas de crédito o para que cualquier mandatario u edil se haga propaganda con dicho personaje para ganarse el cariño de la gente, que tanto lo necesitan (no el cariño, sino ganárselo).

Pero Phelps también tendría la oportunidad de poder comentar, a escala nacional e internacional, sobre la falta de oportunidades y el poco apoyo que existe para los deportistas en naciones como El Salvador, y que el éxito de un deportista no solo depende de su esfuerzo ni de sus cualidades, sino del ambiente en que se mueve y desarrolla; y que, por ende, para llegar a convertirse en lo que ahora es, tuvo que recibir ayuda económica y asistencia deportiva de un país del Norte.

Aunque, ya despertándonos de este sueño patriótico, como el tipo es estadounidense, pues, en vez de quejarse por defectos de infraestructura o por no recibir el entrenamiento, el ambiente ni la alimentación necesaria y adecuada en el ámbito deportivo, muy pronto podríamos ver su rostro, sonriente, en las cajas de hojuelas de maíz o en las botellas de bebidas rehidratantes (con jugosos contratos de por medio, por supuesto, como el de Visa, y aunque subrepticiamente alguien pueda pensar que se trata de un acto muy materialista). Porque entonces, variando un poco el tema principal de este texto, podríamos preguntarnos qué tan morales o materialistas han sido los dirigentes del fútbol salvadoreño como para que la selección nacional lleve 26 años sin disfrutar un mundial.

Podría decirse, respecto de la participación en mundiales de fútbol, que a veces ha sido por mala suerte, por un "pinche árbitro" extranjero o por cuestiones del destino el no haber podido estar presente en los últimos 6 mundiales. Pero si nos remitimos al destino con mucho optimismo, bien podríamos recordar "aquel 2 a 1 a México", que ni siquiera nos llevó "al mundial (no vamos pero a México le ganamos"... como si, en estos casos, las frases de consuelo nos van a ayudar a tener un mejor equipo de fútbol). Si nos remitimos al destino con un poco de realismo, no sería absurdo comentar que el destino mejor ni se mete con la selección salvadoreña: la ha dejado perdida en esta vida.

Por eso, es bueno recordar que mientras vemos las eliminatorias al próximo mundial de fútbol, los brasileños, aunque ahorita no vayan en los pirmeros lugares de la tabla sudamericana, se preguntan: ¿será que la selección ganará otra vez un mundial?. Cuando un salvadoreño podría preguntarse: ¿será que, aunque sea arrastrados, podremos ir por fin a otro mundial (aunque nos hagan otros diez goles o más, y así nosotros mismos rompamos ese récord)?. Y si eso es, igualmente, el destino, pues no le importará a muchos fanáticos u aficionados, puesto que con ganarle 3 a 1 a los costarricenses ya tendremos suficiente conformismo como para olvidarnos nuevamente de ir a otro mundial.

Y si pretextos buscamos para darnos aliento y creer que no estamos tan mal, pues podríamos hacer la crítica más trillada a los chinos, la mayor población del mundo, puesto que ellos, a pesar de haber sido los inventores del fútbol —los ingleses lo modernizaron— aún no han podido encontrar, de entre 1 mil 300 millones de personas, a once que sepan tocar bien el balón o tan siquiera a uno que deslumbre al mundo entero.

No obstante, en estas últimas olimpiadas ellos quedaron en primer lugar por haber obtenido más medallas de oro que Estados Unidos, segundo aun con diez medallas más —gracias al bronce y la plata—, y eso ya es un buen pretexto para que los orientales se sientan "campeones del mundo"; pero, por su cultura y experiencia milenaria, esperemos que no utilicen tanta parafernalia al respecto (aunque, de hacerlo, pues, les sobran los motivos, y sin necesidad de celebrar un décimo quinto lugar en cada rama deportiva).

Vamos a ser un poco toscos para decir esto, pero, remitiéndonos al comentario de un periodista español y corresponsal en China del medio escrito catalán "El periódico" ("Sport"), sobre la eliminación de los orientales del próximo mundial de fútbol, pondremos aquí la frase con la cual un internauta chino expresaba su opinión al respecto: "Un Mundial es un espectáculo demasiado bonito. No lo manchemos con nuestro fútbol". Aunque, ni modo, todo mundo tiene derecho a soñar y a creer en algo (o descreer).

Y volviendo a los JJ.OO., vamos a recordar que Venezuela, aunque aparezca en el puesto 81, por ser uno de los 7 países que únicamente lograron ganar una medalla de bronce, es decir, tercer lugar en una rama deportiva (o el segundo lugar de consuelo luego de la plata, por no ser ganadores) quedó muy por encima de El Salvador, debido a que esta última nación, simple y sencillamente, no ganó nada, es decir, para que quede más claro, no obtuvo "ni una sola medalla", tal como se tituló uno de los artículos más interesantes sobre la participación de El Salvador en estos juegos olímpicos; y si alguien siente curiosidad por leerlo, cerraremos este escrito con el vínculo de ese texto publicado en el periódico virtual salvadoreño "El Faro": http://www.elfaro.net/secciones/Opinion/20080825/opinion6_20080825.asp
Que lo disfruten.




No hay comentarios: