sábado, 2 de agosto de 2008

El modelo Beckham*



David Beckham abandonó a los otrora Galácticos del Real Madrid para incorporarse al L.A. Galaxy, de Estados Unidos, un equipo que lleva un nombre galáctico, aunque no sea referencia de lo que significa el club español, a pesar de que sus directivos ya decidieron cambiar al blanco el color del uniforme con la llegada del futbolista inglés.

Además, "Becks" —si se me permite la cursilería para nombrarlo— ha vuelto a vestir la camiseta de Inglaterra, luego de su última vez en el Mundial de Alemania 2006, porque "el equipo lo necesita", y no específicamente porque la selección inglesa quiera entrar en la industria del celuloide, sino porque, a fuerza de ser sinceros, algo aporta al equipo.

Así, dentro de poco, este jugador europeo debutará en la Liga Mayor de Fútbol (MLS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, país en el cual apenas lo conoce un poco más de la mitad de los habitantes, pero en el que es más famoso que Ronaldinho, Messi o Kaká, y donde una buena parte de la población, gracias a la mercadotecnia —y a que el balompié no es religión—, ha llegado a creer que Beckham es el mejor, para lo cual el inglés ha tenido que vestir el mítico número 23, algo que en fútbol no significa más que los jugadores de banquillo, aunque en baloncesto es toda una leyenda debido a que el 23 lo utilizó Michael Jordan.

Buen negocio de un tipo a quien, según parece, su esposa Victoria "Posh", la ex Spice Girl, o mejor dicho la nuevamente Spice Girl ahora que estas mujeres preparan su regreso a los escenarios, lo viste, lo calza y, de vez en cuando, lo peina hasta como ella; al menos no se viste mal, si hablamos de glamour, porque, siendo sinceros, David no sólo se dedica al fútbol. Tampoco se puede negar que Beckham sea un buen futbolista, que lance buenos centros desde las bandas, que de vez en cuando realice tiros libres estupendos, que juegue fino y elegante y que, igualmente, ponga pases certeros de larga distancia, algo muy peculiar y esencial en el futbol inglés; no obstante, si me lo preguntan, lo que más me gusta de David Beckham es su mujer. En serio.

A sus 32 años, el Spice Boy, que ganó todo con el Manchester United, se encuentra en un buen momento, futbolísticamente, aunque un poco tarde porque ya dijo
adiós a un equipo muy competitivo en el cual se esperaba ver más de su estilo de juego. Quizás ahora se encuentre mejor porque, cuando llegó al combinado merengue, no sabía en qué posición jugaría, ya que con tantas estrellas, los llamados Galácticos (y luego rebautizados "terrícolas"), tuvo que aceptar una posición a la cual no estaba habituado y se apagó un poco; pero lo importante, en términos comerciales, es que vendió muchas camisetas, tal como lo está haciendo ya con su nuevo club, el cual subió hasta el precio de las entradas para quien quiera verlo jugar.

Maradona dijo, hace años, en su libro "Yo soy el Diego", que Beckham es "demasiado lindo para salir a las canchas". No se puede negar que sea guapo, aunque, para decepcionar a las mujeres, a mí no me gusta, talvez por mi condición de heterosexual. Que si le encantará más hacer goles a que lo fotografíen, o que primero lanza un tiro libre y luego se arregla el cabello y, quizás, hasta el maquillaje. Bueno, el sabrá lo que más le parece. Y que conste que, en este texto, en ningún momento se ha puesto en duda su sexualidad, que eso es problema de cada quién, porque el usar cabello largo y aretes no es precisamente un sinónimo de homosexualidad.

Pero el hecho de que este inglés tenga más ingresos monetarios como modelo que como futbolista talvez sea una de las razones por las cuales le encante presentar su imagen de metrosexual, lo cual, aunado a los contratos, lo obliga a cuidarse mucho hasta en las canchas, porque si un jugador le ofrece una mala mirada, casi que se echa a llorar en la grama; además, parece que ensaya más el look y su peinado que los tiros libres, y tiene tanto dinero que a veces lo gasta como actualmente lo hacen muchas estrellas del llamado "mainstream" (y perdón por no usar el español). Beckham es todo un rock star ("sorry" otra vez), y si esto parece un artículo de revista rosa se debe a que "Becks" es todo un hombre del "jet-set". En cierta ocasión, le compró un vuelo desde Londres hacia Madrid a su peluquero personal, sólo para que este llegara a hacerle un peinado a su adorada "Posh" en su natalicio. Muy detallista el tipo, sobre todo cuando el Vaticano utiliza palabras para tratar de ayudar a los niños que se mueren de hambre en África.
Pero no cambiemos de tema, que para eso están la secciones solemnes de los periódicos.

David Beckham, un futbolista con clase, el hombre de los mil looks y de los mil peinados, es más que un simple jugador, como dirían los "intelectuales" de la mercadotecnia, es un modelo y un producto de mercado que vende en cantidades su imagen. Por cierto, hablando de imagen, cuando hace más de tres años Barcelona y Real Madrid estaban por decidir fichajes entre Ronaldinho y Beckham, algunos directivos del equipo merengue dijeron que, por cuestiones "estéticas", preferían al inglés.

Por suerte, este deportista europeo, que en los últimos años se había quedado sin trofeos prestigiosos, alcanzó a ganar la Liga española 2006-2007 con el Real Madrid, para cerrar con broche de oro sus anteriores malas temporadas en ese equipo. Pero aunque le haya ido bien o mal, siempre ha triunfado en el mundo de la moda, con su cara de Backstreet Boy o sus gestos de Clint Eastwood en esos papeles de vaquero del Viejo Oeste.

Ya Beckham ha dicho que necesita aceptar un nuevo desafío, el Galaxy de Los Ángeles, donde, a diferencia del equipo merengue, la presión no la podría tener tanto en las canchas, sino en las pasarelas, talvez en Hollywood o, incluso, en programas del tipo American Idol, porque Simon Fuller, el creador de este famoso show estadounidense, y quien maneja a las Spice Girls, es gran amigo del pimpollo Becks. Linda amistad. Eso sí: Esperemos que Beckham no termine jugando al béisbol con los Yanquis de Nueva York ($$$), los cuales son algo así como el Real Madrid en ese deporte.

*Julio de 2007.

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